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En Penny Dreadful (Showtime, 2014- 2016), serie de televisión ambientada en el Londres de la época victoriana, personajes literarios de toda índole pasean por las temporadas. Desde Dorian Gray hasta Drácula, históricas figuras de las novelas de terror hacen presencia, e igualmente, personajes femeninos con gran fuerza narrativa tienen su espacio: Vanessa Ives y, la que atañe en este post, Lily Frankenstein. Esta última se hace en la tercera temporada abanderada de una causa contra la sumisión de la mujer en la férrea sociedad victoriana, ¿pero se puede considerar feminista?
Para contestar a la cuestión, primero ofreceremos un breve resumen del movimiento. La autora Asunción Bernárdez Rodal (2015) expone que el término apareció por primera vez en Francia en el año 1837. El movimiento representaba a cierta parte de la población, las mujeres, que tras formar parte de la Revolución francesa y luchar por la causa, organizando salones y lecturas por la igualdad de clases, fueron excluidas de la misma a la hora de obtener los derechos por los que batallaron junto a los hombres. De este modo, “después de estallar la Revolución, los intelectuales ilustrados olvidaron el papel que habían jugado y estas mujeres fueron duramente denostadas por el movimiento revolucionario” (2015: 21). De esta manera, los ilustrados concedieron al hombre el ámbito público y la mujer fue relegada al ámbito privado, el cual carecía de interés político y no era considerado objeto de debate. Con ello, la mujer no disponía de voz en el conjunto de la sociedad. En este contexto surgió el movimiento feminista, que buscaba una extensión de los derechos civiles y políticos de las mujeres, reivindicando el papel de ellas en la comunidad (2015: 14). Ya en el siglo XIX y en el siglo XX se desarrollaron diversos movimientos feministas para alcanzar la igualdad respecto al hombre, que si bien fue conseguida en el siglo XX legalmente, la autora Simone de Beauvoir (en Bernárdez Rodal, 2015: 28) expresó en una sencilla frase lo lejos que se estaba realmente de la igualdad: “No se nace mujer, sino que se llega a serlo”. A través de un estudio de las distintas disciplinas académicas, observó que las mujeres son siempre definidas según su función social, como madres o esposas y, de esta forma, las mujeres permanecen descritas a través de unas prácticas sociales que tienen que asumir e interpretar en la vida diaria. En relación al movimiento feminista, han surgido diferentes ramas con divergencias en su forma de concebir el cambio, entre ellos, el post-feminismo. El término plantea varias vías de acepción, McRobie (en López Rodríguez, 145: 2015) lo plantea como una concepción más bien anti-feminista surgida en los años 70 y 80 ante la integración de elementos feministas en los discursos institucionales y políticos. Un fenómeno paralelo a la aparición de los productos mediáticos y que ofrece un discurso conservador de la identidad femenina: superficialmente empoderada e independiente, dentro del contexto hiper-capitalista, patriarcal y neoconservador. Un argumento que coincide con Negra (en López Rodríguez, 146: 2015) que igualmente vincula la representación de la mujer en estos medios desligada de aspiraciones políticas, moderada y que se adscribe con gusto a las conductas tradicionales vinculadas a la feminidad. Por otra parte, los diversos movimientos feministas[1] fueron igualmente representados en los medios, si bien se recurrió a la imagen de mujeres histéricas con los hombres y que se cuidan poco físicamente. Un imaginario ampliamente difundido, que se ha asentado como estereotipo de feministas y el cual se ha instalado en la cultura popular (Bernárdez Rodal, 2015: 39).
Representaciones que calan en la sociedad, tal es así que Lily Frankenstein, asumiendo el primero de los rasgos, es calificada como feminista por algunos artículos publicados recientemente:
De esta manera, ella tiene una mentalidad sexista, considerando al hombre como el sexo inferior y un agresor que debe ser castigado por sus pecados. Concepto que deja bien claro a su aprendiz más cercana, Justine, rescatada de una eminente paliza costeada a modo de diversión por hombres ricos. En una conversación mantenida durante la hora del té visualizan a un grupo de mujeres sufragistas pidiendo el derecho al voto, ante lo cual Justine le pregunta si piensan igual que ella. Lily le explica que si bien ellas también luchan por sus derechos, no opina que busquen lo mismo, pues mientras las feministas buscan la igualdad a través de protestas ruidosas, ella quiere la superioridad a través del silencio y la violencia.
Y si precisamente los creadores de la serie han dejado clara, por si entraba alguna duda, la diferencia entre ambas, ¿por qué confunden a Lily con feminista aun así? Por los estereotipos feministas mencionados anteriormente: “frente a la gran confusión bulliciosa y radiante del mundo exterior, seleccionamos lo que nuestra cultura ya ha definido por nosotros, de manera que tendemos a percibir lo que hemos elegido en forma de estereotipos culturales” (Lippmann, 2003: 82). Estos estereotipos se transmiten de manera muy eficaz, de generación en generación y tomando rasgos de casi biológicos, llegando a considerar inherentes las características proporcionadas por la cultura al sujeto/grupo estereotipado. De este modo, se tiende a la errónea concepción del feminismo como un intento de supremacía de la mujer sobre el hombre, una mujer histérica y enfadada con el mundo, surgiendo términos como “feminazi”, comparando el feminismo con el mismo nazismo y viendo sus intereses como si de una Solución final contemporánea se tratara. La deformación e incorrecta interpretación del concepto hace que surjan estos términos peyorativos y se ningunee el movimiento, haciendo que se adjudique a este personaje tal categoría. Así que no, Lily no es feminista, pues no busca la igualdad, e igualmente, el feminismo no es solo asunto de mujeres.
Representaciones que calan en la sociedad, tal es así que Lily Frankenstein, asumiendo el primero de los rasgos, es calificada como feminista por algunos artículos publicados recientemente:
Volviendo al personaje de Lily, la tercera creación de Víctor Frankenstein, es una mujer resentida con los hombres por las penas pasadas en su vida anterior como Brona Croft, una pobre irlandesa que fue vendida por su madre a un hombre que terminó maltratándola. Ante ese hecho y con la retirada de ayuda de su progenitora, optó por vender su cuerpo para subsistir y no tener que volver con su marido. Una vez en Londres coincide con Ethan, el cual es quien trata mejor a Brona en su primera vida, convirtiéndose en el único a quien Lily recuerda con cariño, y el hombre que la cuida en su enfermedad terminal. Un padecimiento para el cual no podía costearse las medicinas y que acabó con ella, siendo Víctor quien acelerara el proceso para hacerse con el cuerpo y crear una nueva criatura. Y si sus dos anteriores creaciones recordaban los hechos pasados a duras penas, Lily empieza a recordar todo y traza su plan de venganza, escapándose con Dorian Gray y acogiendo mujeres a la causa: “Recuerdo a todos los hombres que me han utilizado, cada sucio callejón, cada malnacido cruel que me ha pegado y obligado a someterme”, creando así su armada de mujeres marginales, como prostitutas y mujeres sin techo, en busca de represalias y con las cuales siente que tiene un deber.
Y si precisamente los creadores de la serie han dejado clara, por si entraba alguna duda, la diferencia entre ambas, ¿por qué confunden a Lily con feminista aun así? Por los estereotipos feministas mencionados anteriormente: “frente a la gran confusión bulliciosa y radiante del mundo exterior, seleccionamos lo que nuestra cultura ya ha definido por nosotros, de manera que tendemos a percibir lo que hemos elegido en forma de estereotipos culturales” (Lippmann, 2003: 82). Estos estereotipos se transmiten de manera muy eficaz, de generación en generación y tomando rasgos de casi biológicos, llegando a considerar inherentes las características proporcionadas por la cultura al sujeto/grupo estereotipado. De este modo, se tiende a la errónea concepción del feminismo como un intento de supremacía de la mujer sobre el hombre, una mujer histérica y enfadada con el mundo, surgiendo términos como “feminazi”, comparando el feminismo con el mismo nazismo y viendo sus intereses como si de una Solución final contemporánea se tratara. La deformación e incorrecta interpretación del concepto hace que surjan estos términos peyorativos y se ningunee el movimiento, haciendo que se adjudique a este personaje tal categoría. Así que no, Lily no es feminista, pues no busca la igualdad, e igualmente, el feminismo no es solo asunto de mujeres.
Mayte Donstrup
Referencias:
BERNÁRDEZ RODAL, Asunción. Mujeres en medio(s). Propuestas para analizar la comunicación masiva con perspectiva de género. Madrid. Fundamentos colección ciencia. 2015.
LIPPMANN, Walter. La opinión pública. Madrid. Langre. 2003.
LÓPEZ RODRÍGUEZ, Francisco Javier. (2015). Post-feminismo(s), Quality Television y Breaking Bad. Zer, 20(38), 143-159.
[1] La Primera Ola, la Segunda Ola y la Tercera Ola Feminista. Grosso modo: diversas oleadas que amplían los enfoques, incorporan nuevos planteamientos y revisan la teoría anterior. Con ello, aceptando nuevas propuestas con un mismo fin: la igualdad, plena y efectiva, de todos los seres humanos.
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