Tweet
Modernidad líquida es un término acuñado por Zygmunt Bauman (2009) que designa el cambio que ha atravesado la sociedad en las últimas décadas. También conocido como posmodernismo, la modernidad líquida refleja una sociedad de consumidores, los cuales son los mimados por el nuevo capitalismo liviano –si poseen una economía que pueda permitírselo-, ofreciéndoles tantas opciones que nunca podrían acabar de escoger entre tanta oferta. De igual manera, si anteriormente se valoraba el espacio, en la actualidad se prima el tiempo en términos de instantaneidad y fugacidad, pues los deseos de los consumidores de hoy lo más seguro es que no coincidan con los anhelos de mañana. E igualmente, el capital mismo es fluido, si no le interesa las cualidades de una zona se va a otra, no poseyendo esa libertad de movimiento el consumidor/trabajador, generando en el mismo una sensación de inseguridad e incertidumbre. Características últimas que poseen una potente capacidad de individualizar al sujeto y de potenciar su sentido de competencia. Siendo así, las causas comunes han ido siendo sustituidas por espectáculos que rompen la monotonía, pero que al fin de los mismos deja al individuo aislado, tal como se encontraba anteriormente de la función. De esta forma, el autor señala la frase que Margaret Tatcher pronunció en 1987: “there is no such thing as society. There are individual men and women” (The Guardian, 2013). Una premonición de lo que siguió posteriormente: un desguace de las redes preceptivas y protectoras. En esta línea, sin sociedad no puede haber distopías o utopías (Bauman, 2009: 70). Por ello, el sociólogo relaciona el fin de los grandes relatos distópicos, tales como 1984 (George Orwell, 1949) o Un mundo feliz (Aldous Huxley, 1932) ambientados en un futuro lejano. Sin embargo, enmarcadas en la tercera edad dorada televisiva se encuentran algunas ficciones de éxito que muestran realidades que no se desearía conocer. En esta línea, ¿Qué características poseen estas ficciones distópicas actuales que las diferencie de sus predecesoras?
Black Mirror (Channel 4, 2011- ) es una serie que consta de diversas tramas que se cierran al final de cada episodio y que poseen una tónica central: el uso de las nuevas tecnologías y sus posibles peligros. A modo de ejemplo se tomará el primer capítulo de la tercera temporada, “Nosedive”, en el cual las personas se encuentran constantemente siendo valoradas a través de las redes sociales. Una mayor puntuación en ellas equivale a un nivel de vida más lujoso y aceptación general, en cambio, los sujetos con una baja puntuación son repudiados e incluso no se les permite acceder a edificios u obtener servicios. La sociedad vive de esta manera en una constante vigilancia, que no proviene de una institución superior sino de sus propios semejantes, y ensayar una sonrisa agradable se torna fundamental para seguir siendo aceptado. Una sobre-exposición de los individuos que no por ello contraen una mayor compañía, tal como argumenta Lipovetsky (1998): una sociedad de Narcisos que se expresan gratuitamente y que, sin embargo, muestran una total indiferencia por los contenidos, siendo el mismo emisor el principal receptor de los mismos. Tal se muestra en las sucesivas conversaciones de la protagonista con otras personas, revisando el historial y puntuación de manera superflua, a fin de iniciar una charla superficial y que le permita obtener más puntos. Una característica que enfatiza el autor, pues Narciso está muy programado para quererse a sí mismo pero tiene poca capacidad de mantener relaciones afectivas con otros (1998: 78).
Orphan Black (BBC, 2013- ) es una serie canadiense que se centra en la experimentación genética con humanos. Catalogada como ciencia-ficción, tiene como protagonista a Sarah Manning, la cual descubre que es un clon y que pertenece a un proyecto de una empresa privada. Con sus “hermanas” se embarcará en la búsqueda de una mayor información sobre sí mismas y en una solución para no enfermar por un problema genético dado en los clones. Y si las clones generan simpatía, no así la facción del proyecto Castor, clones masculinos que contagian a mujeres para investigar los efectos. Por otra parte, se encuentra la empresa propietaria de las patentes de clonación, que se ha embarcado en nuevos proyectos de mutación genética de humanos a través de pruebas de ensayo y error. De esta forma la producción trata un tema de estudio en el posmodernismo, la fragmentación del individuo en diversas identidades: clones que comparten el mismo ADN que, no obstante, poseen características muy diversas. Acorde con las ideas de Bauman, que en otra de sus obras expone esta transformación con la analogía de figuras tales como paseantes, vagabundos, turistas y jugadores. Personalidades interconectadas y que se mezclan, teniendo “en común la tendencia a hacer fragmentarias y discontinuas las relaciones humanas” (2003: 65).
Por consiguiente se han expuesto dos series contemporáneas, una que pone el punto de mira en el factor tecnológico y otra que se sitúa en la investigación genética, al igual que en las anteriores novelas distópicas mencionadas al principio. No obstante, un hecho marca una diferencia, Orwell y Huxley escribieron sus novelas en base en un futuro hipotético en el cual la integridad humana estaba en juego si no lograba a controlar los medios de los que se estaban disponiendo. Estas actuales ficciones, en contra, bien podrían pertenecer a nuestra época: Black Mirror, centrada en evocar las actuales redes sociales y sus usos, aunque en otro estado tecnológico más avanzado. Asimismo, la ambientación de Orphan Black es la actual Toronto. Propiedades características del tiempo en que son producidas, pues el posmodernismo no mira al futuro, no tiene valor aquello por lo que haya que esperar. Por otra parte, los autores clásicos buscaban en el lector una reflexión. Pero, ¿se puede afirmar que buscan lo mismo estas producciones? Más bien parecen buscar un entretenimiento para satisfacer al consumidor, darles lo que quieren para así conseguir atraer más suscriptores o anunciantes en sus espacios. Igualmente, el uso de las redes sociales por Black Mirror se aprecia irónico, dando a sus seguidores de vez en cuando un tweet que les muestre que no viven tan alejados de su ficción favorita. Generando una fascinación momentánea, unos datos que compartir y olvidar.
Mayte Donstrup
Referencias:
Lipovestsky, G. (1998). La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona: Anagrama.
The Guardian (2013). Margaret Tatcher: a life in quotes. Recuperado el 16 de enero de 2017. En: https://www.theguardian.com/politics/2013/apr/08/margaret-thatcher-quotes
Zygmunt, B. (2003). De peregrino a turista, o una breve historia de la identidad. En Stuart Hall y Paul du Gay (Compiladores). Cuestiones de identidad cultural (pp. 40-68). Madrid: Amorrortu.
Zygmunt, B. (2009). Modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de cultura económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario!