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A finales de septiembre y principios de octubre coincidieron en el
tiempo dos noticias con mucho en común, y que me estimularon las
neuronas hasta el punto de hacer que me planteara una difícil cuestión:
¿el director de televisión puede considerarse autor de su trabajo
episódico? La primera de estas noticias era la intención de David
Fincher de dirigir la primera temporada entera del remake de Utopía que
prepara para HBO junto a la escritora y guionista de Perdida (Gone girl,
David Fincher, 2014): Gillian Flynn. Flynn va a escribir la temporada
entera en solitario, lo que propicia aún más esta opción de binomio
director/guionista por razones puramente de producción. La otra noticia
era el regreso de la mítica Twin Peaks en forma de tanda de nueve
capítulos con estreno en 2016, en el veinticinco aniversario de la serie
y en una fecha clave para los seguidores. Los creadores David Lynch y
Mark Frost serán los encargados de escribir cada episodio, y el primero
además los dirigirá. Dos cineastas con experiencia en televisión pero
que afrontan por primera vez la tarea de rodar todos los episodios de
una temporada. Esta tendencia viene siendo cada vez más frecuente en el
mundo del cable, con Steven Soderbergh en The Knick (Cinemax) y Cary
Joji Fukunaga en True Detective (HBO) como sus exponentes más destacados
de 2014. No son los primeros –el propio Soderbergh ya lo hizo en 2003
con otra serie de HBO, la poco conocida K Street–, pero su decisión
llega en un momento en el que la televisión quiere ahorrar, objetivo que
camufla argumentando que un solo director al frente garantiza una
visión más uniforme.
¿Es eso cierto? Sí. Ahora, existe una tendencia algo hipócrita que reina en los medios de comunicación cuando escriben sobre televisión, así como de la opinión pública en general en relación al mismo tema.: una tendencia a querer atribuirle más mérito del debido a la “televisión de calidad.” Y si es HBO, mejor que mejor. Nos encanta decir que True Detective es lo visualmente potente que es porque Fukunaga dirigió cada episodio, y se nos llena la boca al alabar los planos-secuencia de Soderbergh y las imaginativas tomas que hace en The Knick. Nada de esto es mentira, ¿pero es justo olvidar que el mundo de las sitcom lleva siguiendo esa práctica desde hace décadas? James Burrows dirigió todos y cada uno de los ¡187! episodios de Will & Grace, de manera similar a David Trainer, director de 199 de los 200 capítulos de Aquellos maravillosos 70, faltándole solo el piloto, trabajo de Terry Hughes. Pamela Fryman está detrás de 200 de los 208 capítulos de Cómo conocí a vuestra madre, y Gail Mancuso se encargó de las primeras temporadas enteras de Qué pasa con Chelsea y Ground Floor. Andy Cadiff se reparte las sitcom de la cadena de basic cable TV Land, por lo que encontramos su nombre en un alto porcentaje de episodios de Póquer de reinas, Kirstie, Jubilado a los 35 o The Exes. Por su parte, Seinfeld tuvo en Tom Cherones y Andy Ackerman directores para más de 160 de sus 172 capítulos. Y Ackerman se reunió con Julia Louis-Dreyfus (Elaine en Seinfeld) en Las aventuras de Christine, contando 88 episodios con su nombre como director. La lista sigue en la actualidad, con Mark Cendrowski o James Widdoes como gente destacada en el universo de sitcoms de Chuck Lorre (Dos hombres y medio, Big Bang, Mike & Molly y Mom). Y muchos más.
Está claro que en los ocho capítulos de True Detective hay más “arte” –llámese poderío visual, encuadres con carga psicológica, look cinematográfico– que en los 187 de Will & Grace. Pero es que son trabajos distintos, géneros que buscan cosas diferentes y además el mérito no es exclusivo de los directores. Un director/ra de sitcom repite tanto en el cargo porque conoce las posibilidades que las cámaras fijas ofrecen, tiene experiencia con el equipo de la serie y sabe sacar lo mejor del reparto, cuya gracia es lo fundamental para que la comedia funcione al final. Lo molesto y, otra vez, injusto, es que su trabajo sea ninguneado porque existe esa corriente de esnobismo hacia su profesión. Incluso saliendo del mundo sitcom encontramos muchos ejemplos de que la tendencia tan novedosa del cable no es para nada nueva. En Reino Unido se lleva haciendo años, remontándonos a los programas de sketches de los Monty Python y llegando hasta el trabajo conjunto de Ricky Gervais y Stephen Merchant, que han escrito y dirigido un total de 35 capítulos entre The Office, Extras y Life´s too short. Gervais ha seguido haciéndolo por Derek, que tiene en total doce episodios y un especial de despedida, mientras que curiosamente Merchant ha delegado un poco de trabajo en su llegada a Estados Unidos con Hello Ladies, dirigiendo cinco de los ocho episodios de la primera y única temporada y el especial de despedida.
Está claro que un director que tenga más tiempo de trabajo en una serie podrá dejar algo de impronta, preparar las secuencias de otra forma y afrontar la idea como un todo, pero no se puede obviar que estamos al fin y al cabo ante una cuestión práctica. La cadena Showtime lleva años ejerciendo una estrategia para con sus series, según la cual un/a director/a es contratado/a para dirigir dos episodios seguidos. United States of Tara, Nurse Jackie, Con C mayúscula o Penny Dreadful la han puesto en práctica, igual que Black Sails u Outlander en otra cadena de premium cable: Starz. Tanto The Knick como True Detective o Utopía estaban/estarán escritas al completo antes de comenzar el rodaje, así que Soderbergh, Fukunaga o Fincher pueden organizarse como ante una película, rodando en función de las localizaciones o con el presupuesto y la disponibilidad de los intérpretes en mente. Y, de nuevo, pensando en la idea general de lo que se está contando, sin que esto esté sujeto a grandes cambios de una semana a otra. Pero ni siquiera esto es exclusivo de HBO, como se quiere insistir indirectamente desde distintas plataformas mediáticas. La serie Episodes, co-producción de Showtime y BBC, ha trabajado así desde su creación, en 2011. Los creadores David Crane y Jeffrey Klarik no tienen el tiempo habitual de preproducción, sino que escriben la temporada completa antes de empezar a rodar nada. Una vez escritos todos los episodios, contratan a un único director y ruedan en función de las localizaciones y decorados disponibles en cada momento. ¿Qué tiene que ver todo esto con la autoría?
¿Es eso cierto? Sí. Ahora, existe una tendencia algo hipócrita que reina en los medios de comunicación cuando escriben sobre televisión, así como de la opinión pública en general en relación al mismo tema.: una tendencia a querer atribuirle más mérito del debido a la “televisión de calidad.” Y si es HBO, mejor que mejor. Nos encanta decir que True Detective es lo visualmente potente que es porque Fukunaga dirigió cada episodio, y se nos llena la boca al alabar los planos-secuencia de Soderbergh y las imaginativas tomas que hace en The Knick. Nada de esto es mentira, ¿pero es justo olvidar que el mundo de las sitcom lleva siguiendo esa práctica desde hace décadas? James Burrows dirigió todos y cada uno de los ¡187! episodios de Will & Grace, de manera similar a David Trainer, director de 199 de los 200 capítulos de Aquellos maravillosos 70, faltándole solo el piloto, trabajo de Terry Hughes. Pamela Fryman está detrás de 200 de los 208 capítulos de Cómo conocí a vuestra madre, y Gail Mancuso se encargó de las primeras temporadas enteras de Qué pasa con Chelsea y Ground Floor. Andy Cadiff se reparte las sitcom de la cadena de basic cable TV Land, por lo que encontramos su nombre en un alto porcentaje de episodios de Póquer de reinas, Kirstie, Jubilado a los 35 o The Exes. Por su parte, Seinfeld tuvo en Tom Cherones y Andy Ackerman directores para más de 160 de sus 172 capítulos. Y Ackerman se reunió con Julia Louis-Dreyfus (Elaine en Seinfeld) en Las aventuras de Christine, contando 88 episodios con su nombre como director. La lista sigue en la actualidad, con Mark Cendrowski o James Widdoes como gente destacada en el universo de sitcoms de Chuck Lorre (Dos hombres y medio, Big Bang, Mike & Molly y Mom). Y muchos más.
Está claro que en los ocho capítulos de True Detective hay más “arte” –llámese poderío visual, encuadres con carga psicológica, look cinematográfico– que en los 187 de Will & Grace. Pero es que son trabajos distintos, géneros que buscan cosas diferentes y además el mérito no es exclusivo de los directores. Un director/ra de sitcom repite tanto en el cargo porque conoce las posibilidades que las cámaras fijas ofrecen, tiene experiencia con el equipo de la serie y sabe sacar lo mejor del reparto, cuya gracia es lo fundamental para que la comedia funcione al final. Lo molesto y, otra vez, injusto, es que su trabajo sea ninguneado porque existe esa corriente de esnobismo hacia su profesión. Incluso saliendo del mundo sitcom encontramos muchos ejemplos de que la tendencia tan novedosa del cable no es para nada nueva. En Reino Unido se lleva haciendo años, remontándonos a los programas de sketches de los Monty Python y llegando hasta el trabajo conjunto de Ricky Gervais y Stephen Merchant, que han escrito y dirigido un total de 35 capítulos entre The Office, Extras y Life´s too short. Gervais ha seguido haciéndolo por Derek, que tiene en total doce episodios y un especial de despedida, mientras que curiosamente Merchant ha delegado un poco de trabajo en su llegada a Estados Unidos con Hello Ladies, dirigiendo cinco de los ocho episodios de la primera y única temporada y el especial de despedida.
Está claro que un director que tenga más tiempo de trabajo en una serie podrá dejar algo de impronta, preparar las secuencias de otra forma y afrontar la idea como un todo, pero no se puede obviar que estamos al fin y al cabo ante una cuestión práctica. La cadena Showtime lleva años ejerciendo una estrategia para con sus series, según la cual un/a director/a es contratado/a para dirigir dos episodios seguidos. United States of Tara, Nurse Jackie, Con C mayúscula o Penny Dreadful la han puesto en práctica, igual que Black Sails u Outlander en otra cadena de premium cable: Starz. Tanto The Knick como True Detective o Utopía estaban/estarán escritas al completo antes de comenzar el rodaje, así que Soderbergh, Fukunaga o Fincher pueden organizarse como ante una película, rodando en función de las localizaciones o con el presupuesto y la disponibilidad de los intérpretes en mente. Y, de nuevo, pensando en la idea general de lo que se está contando, sin que esto esté sujeto a grandes cambios de una semana a otra. Pero ni siquiera esto es exclusivo de HBO, como se quiere insistir indirectamente desde distintas plataformas mediáticas. La serie Episodes, co-producción de Showtime y BBC, ha trabajado así desde su creación, en 2011. Los creadores David Crane y Jeffrey Klarik no tienen el tiempo habitual de preproducción, sino que escriben la temporada completa antes de empezar a rodar nada. Una vez escritos todos los episodios, contratan a un único director y ruedan en función de las localizaciones y decorados disponibles en cada momento. ¿Qué tiene que ver todo esto con la autoría?
Adrián González Viña
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