martes, 11 de junio de 2013

¿Perpetuando tópicos? La imagen de Japón en el videoclip



A diferencia de otros productos comunicativos como las películas, los telediarios o los documentales, el videoclip continúa siendo percibido como un producto de entretenimiento con fines publicitarios. Por ello suele ser consumido por la audiencia de un modo poco crítico a pesar del reciente interés de los investigadores en comunicación por esta forma de expresión tan influyente entre el público adolescente y juvenil. Así pues, es posible argumentar que los videos musicales contribuyen en gran medida a la difusión de estereotipos de género y culturales a través de sus imágenes y sus relatos. En este post en concreto nos centraremos en el modo en que la representación de Japón en dos videoclips viene a perpetuar una cierta construcción del país nipón.

“Turning Japanese” es una canción de la banda británica The Vapors lanzada en 1980. Fue el mayor éxito de este grupo y tuvo cierta repercusión en Japón probablemente por la referencia directa del título y la letra. El tema describe la situación de un joven que echa de menos a su novia, de modo que pasa el tiempo mirando su fotografía. Termina desarrollando una cierta obsesión o desesperación que califica como “turning Japanese” (volviéndose japonés, convirtiéndose en japonés). En cierto modo, ya desde la canción se describe a los japoneses como distintos y aislados del resto del mundo. Aunque el autor del tema, Dave Fenton, considera que se trata de una metáfora de sus problemas en las relaciones, la letra incide en la imposibilidad de comprender lo japonés, realzando su naturaleza extraña. Esta idea continúa presente en dos videos musicales que utilizan la canción de The Vapors como acompañamiento sonoro, aunque las imágenes de Japón que ofrecen hayan evolucionado considerablemente.

En primer lugar nos centraremos en el propio video musical de The Vapors, lanzado en 1980 junto con la canción.


En este videoclip podemos encontrar varios clichés universales relacionados con la cultura japonesa, los cuales podemos considerar como “emblemas de japonesidad” en tanto que se trata de signos que en los países occidentales suelen ser interpretados como elementos esencialmente japoneses. En concreto, los más destacables vienen a ser la imagen del sol naciente de la bandera de Japón que se compone a través del fundido inicial; la mujer japonesa vistiendo kimono, portando un abanico y con maquillaje tradicional, que remite al arquetipo de la geisha (aquí mostrada de un modo espectral); la reverencia, un habitual saludo japonés; una habitación con puertas shôji y tatami; un samurái portando una katana (a través de la superposición de la imagen del samurái y del cantante se transmite la impresión de que ilustra el verdadero ser del vocalista); la katana; y el acto de fotografiar (este hecho no está estrictamente relacionada con Japón sino que más bien surge de la letra del tema, pero debemos señalar la importancia del acto de generar imágenes y mirarlas. También la cámara es el complemento inseparable del arquetipo del “turista japonés”).

El segundo video musical fue realizado en el año 2009 y se trata de una producción del artista japonés Takashi Murakami, conocido por desarrollar el movimiento artístico superflat. Se proyectó en la exhibición del artista en la Tate Modern Gallery de Londres y en él podemos atisbar brevemente la estética de Murakami, la cual se inspira directamente en productos culturales populares como el cómic y la animación. 


En este videoclip, la actriz estadounidense Kirsten Dunst es la encargada de interpretar el tema mientras se pasea por las calles de Akihabara y nos muestra varios emblemas de japonesidad diferentes a los del video anterior. En concreto, debemos destacar el propio distrito de Akihabara, famoso en el mundo entero por sus tiendas de manga, anime y electrónica; las maids (camareras de cafeterías que entretienen a sus clientes disfrazadas de doncellas con uniformes de corte occidental); el cosplay (vocablo surgido de “costume” y “play”, el cual designa la actividad de asumir el rol y la apariencia de un personaje ficcional); el sexo (podemos ver muchos planos e imágenes que realzan explícitamente elementos sexuales); los videojuegos; las magical girl (personaje arquetípico del manga para chicas, consistente en una joven con doble identidad y poderes mágicos –como las protagonistas de Sailor Moon) en las que se inspira Dunst; de nuevo una habitación con puertas shôji y tatami (esta vez repleta de maids); y pachinko, popular juego de azar nipón, por citar los más representativos.

Si el video anterior se basaba en la imagen del Japón tradicional a través de la mostración de determinados arquetipos (la geisha, el samurái), acciones (reverencia) y objetos (kimono, katana, tatami), el segundo video se inspira en lo que se ha denominado “cool Japan” y utiliza como emblemas de japonesidad elementos extraídos de la cultura popular nipona, la cual se ha expandido internacionalmente desde finales de la década de los 80. No obstante, a pesar del distinto enfoque, es posible detectar elementos comunes en ambos vídeos tales como la concepción de Japón como performance (es recurrente el uso de disfraces, trajes tradicionales y maquillaje, lo cual enfatiza la idea de enmascaramiento) o estereotipos de género (la maid puede ser vista como una nueva versión de la geisha en tanto que viene a ser una figura femenina sumisa, objetificada y convertida en fetiche). Del mismo modo, ambos videos inciden en las ideas de misterio, fasciación, incomprensión, extrañeza y exceso que tradicionalmente se han atribuido al país nipón.

Es evidente que el principal objetivo de estas obras audiovisuales es promocionar una canción comercial e ilustrar la estética de un artista respectivamente, pero no por ello dejan de ser poderosas herramientas de comunicación que perfilan nuestra percepción de naciones y culturas.

Francisco J. López Rodríguez




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