miércoles, 29 de enero de 2014

Culturas participativas y publicidad: Ad Mashups & Fanadvertising






No es ningún secreto que la cultura participativa se encuentra en su época dorada. Las nuevas dinámicas de la web 2.0, la aparición de nuevos dispositivos móviles, la eclosión del mercado de las apps y la viralidad de los contenidos en la web son algunas de las tendencias tecnológicas y comunicativas características de los últimos años. En este contexto, parece que nos encontramos dominados fundamentalmente por una cultura centrada en las dinámicas del User Generated Content (contenido producido por el usuario). La emergencia de los memes como nuevo texto comunicativo distribuido a través de internet en sus múltiples formas (imagen, vídeo…) o la transformación del consumidor en prosumidor (consumidor y productor del mensaje comercial) son algunos de los ejemplos de este nuevo escenario participativo.

miércoles, 8 de enero de 2014

La invasión sensacionalista: cualquier tiempo pasado fue... ¿mejor?






¡¡Extra, extra!! ¡¡Un extraño ser nos invade!! ¡¡Entra en nuestras casas y lo arrasa todo a su paso!! ¡¡Ciudadanos, ha llegado el sensacionalismo!! De esta manera es como podría describirse el modus operandi de los medios de comunicación que ofrecen informaciones con un alto contenido sensacionalista, irrumpiendo así en nuestras vidas de una manera irremediable, incluso para aquellos que presumen de huir de ello, viendo sólo los telediarios. Es fácil ejemplificar el periodismo sensacionalista, sobre todo si nos valemos de la telebasura, pero ¿qué es el sensacionalismo? La definición es compleja, pues no siempre es fácil delimitar las, muchas veces difusas, fronteras con el amarillismo; sin embargo, a grandes rasgos podemos considerar sensacionalistas aquellas noticias que apelan a los sentimientos del público como reclamo para su distribución. Nos referimos especialmente a invocar emociones e instintos tan básicos y rentables como el sexo, la violencia o el morbo en general con un único propósito: incrementar las ganancias por publicidad y ventas. En ocasiones, la codicia por conseguir esa meta puede llevar al periodista a situaciones donde entran en juego cuestiones morales y éticas.