martes, 1 de diciembre de 2015

Pero, ¿quién ha ganado el debate electoral de El País?


 

Acorde con el contexto tecnológico e interactivo actual, El País organizó el lunes 30 de noviembre el primer debate electoral de las generales (y por internet), con el periodista Carlos de Vega como moderador. En él se dieron cita tres de los aspirantes a la presidencia del Gobierno de España: con chaqueta y corbata, Albert Rivera de Ciudadanos; con chaqueta, pero sin corbata, Pedro Sánchez de PSOE, y sin chaqueta ni corbata, Pablo Iglesias de Podemos (que el envoltorio, el envase, también es importante). El cuadro lo completaba un atril vacío que dejaba patente y recordaba la ausencia de Mariano Rajoy (PP), por más que en Twitter los usuarios ofrecieran alternativas para ocuparlo. El actual presidente declaró desde París que le resultaba imposible atender a todas las solicitudes que se le presentan (aunque a la hora del debate estaba participando en una entrevista en Telecinco con Pedro Piqueras), y que, en cualquier caso, sí que estará en el debate a dos con(tra) el líder de la oposición, Pedro Sánchez, que es el que Rajoy considera importante, siguiendo así la estrategia de Jorge Moragas, su director de campaña. Tampoco estuvieron presentes, esta vez por falta de invitación, otras organizaciones que cuentan actualmente con representación en el Congreso de los Diputados, siendo los casos más criticados los de Alberto Garzón, de la coalición Unidad Popular, y Andrés Herzog, de UPyD. El primero fue entrevistado en La Brújula de Onda Cero, mientras que el segundo comentó el debate de El País en El Cascabel de 13TV, programa en el que también estuvo presente Pablo Casado, Vicesecretario de Comunicación del PP y candidato por Ávila.
Volviendo al debate conducido por Carlos de Vega, lo cierto es que el formato era algo diferente a lo que estaba acostumbrada la audiencia, más dinámico y coloquial (no en vano, los candidatos se tuteaban y llamaban unos a otros por el nombre de pila), e intercalando preguntas del presentador y de algunos miembros del público. Pero no solo era importante lo que estaba ocurriendo en el plató, sino también la conversación que se mantenía en redes sociales: el debate generó más de 300.000 tuits, lo que sirvió para que el hashtag #ELPAÍSDebate se convirtiese en trending topic mundial. Durante el encuentro, los tuits resumían y comentaban las intervenciones de los candidatos; tras el mismo, una cuestión se tornaba en protagonista: “¿Quién ha ganado el debate?”; una pregunta que recalca la importancia de la competición y del lenguaje propio de los eventos deportivos en la política, como señala Manuel Castells en Comunicación y poder. Al respecto, si se atiende a la encuesta realizada por El País, el vencedor sería Iglesias, seguido por Rivera y Sánchez, precisamente el mismo orden que puede establecerse si se atiende al número de seguidores en Twitter.


Pero, ¿quién ganó el debate realmente? La respuesta no es sencilla, porque depende de lo que se entienda por ganar y de la postura desde la que se desee responder a la pregunta. Atendiendo a las reacciones post-debate, tanto de los candidatos como de sus allegados, parecería que todos habían ganado, y es posible que todos tuvieran razón. Pablo Iglesias se identificaba como el líder de la nueva “transición”, al tiempo que Albert Rivera recalcó la posición de Ciudadanos como una alternativa al bipartidismo, al enfrentarse frontalmente al líder del PSOE, quien hasta la primera pausa publicitaria –tras la cual comenzó a mirar más a cámara– eligió a Rivera como su principal contendiente. En este sentido, Pedro Sánchez reivindicó su puesto en la izquierda moderada al situar públicamente a Podemos en la “extrema izquierda” y al partido naranja a la “derecha” del espectro ideológico, algo que negó Pablo Iglesias, argumentando que Rivera adopta cualquier postura ideológica según le convenga. Por otra parte, Iglesias reprochó a Rivera que copiara algunas de sus propuestas, al tiempo que el segundo agradecía al primero que se hubiera vuelto más coherente y realista en su discurso. En cualquier caso, ambos unieron fuerzas para tachar a PSOE y PP de partidos de la vieja escuela, que poca cabida tienen en el contexto político actual. De esta forma, todos intentaban dejar claro (y en parte lo lograron) que son propuestas (que no siempre garantías, según reiteró Pablo Iglesias) diferentes de gobierno y alternativas al programa defendido por el candidato del atril vacío. 
Pero entonces, insistimos, ¿quién ganó el debate? Para El País el primer ganador fue el debate mismo (y el periódico, claro), como reza el editorial del día siguiente, mientras que para Iñigo Errejón, Secretario de Política de Podemos ganó España. Es decir, que todos ganaron. De hecho, es posible que incluso ganaran algunos de los grandes ausentes. Alberto Garzón y Andrés Herzog porque se convertían en víctimas de un sistema mediático que parece no querer dar voz a según qué organizaciones; Mariano Rajoy porque el no estar le permitía seguir con su estrategia de no confrontación ni conversación (a no ser que sea futbolística) para no perder votos –de hecho, él mismo le ha pedido a Moragas "más calle y menos tele"–.
Sin embargo, lo cierto es que poca importancia tiene realmente quién venciera en el debate del lunes por la noche, pues ni siquiera está clara cuál es la influencia de estos encuentros en la audiencia. No es que no tengan efecto, pero por lo general este se limita al refuerzo, como ya señalaban Klapper o Lazarsfeld en el contexto de la era de los efectos limitados a mediados del siglo XX. Es decir, estos debates servirían para afianzar las opiniones y la decisión de voto. Pero, ¿qué ocurre con los indecisos? Es precisamente ese segmento del electorado por el que los partidos políticos pelean; aquellos que aún no tienen claro a quién concederán su papeleta en las urnas. El inconveniente es que este grupo también suele ser el menos interesado en la vida política, por lo que cabe pensar que la mayoría de los que ayer siguieron el debate de El País y comentaron por redes sociales son simpatizantes de alguno de los tres contendientes.

Pero si bien el debate quizás no sirva para convencer del voto, sí que funcionan como generadores de sound-bites, de contenidos para “memes” o, simplemente, de fragmentos audiovisuales susceptibles de convertirse en virales, incidiendo directamente en el concepto de politainment (unión de política y entretenimiento). En concreto, en el de la noche del 30 de noviembre tuvieron lugar diversos momentos que incluso consiguieron arrancar una carcajada al público, como cuando Sánchez “recordó” a Iglesias que su modelo para reivindicar la autodeterminación territorial era la “temida” Unión Soviética –aunque el líder de Podemos no paraba de hablar de Escocia– o cuando le indicaron a Iglesias que parecía más un moderador que un candidato por no cesar en su intento de calmar el tono del debate; un escenario que refleja bastante bien la portada del 1 de diciembre de El País. Tras el debate, dos imágenes pusieron la guinda a un encuentro más distendido que en otros encuentros similares, y las dos coprotagonizadas por Begoña Gómez: en la primera se la puede ver abrazando a su marido, Pedro Sánchez, a modo de felicitación; en la segunda, Gómez hace gestos a cámara mientras Iñigo Errejón manifestaba su opinión sobre el evento político, alimentando así, la primera, la política espectáculo que tan importante está siendo en esta pre-campaña.


El 7 de diciembre, Atresmedia organizará un nuevo debate con las mismas cuatro organizaciones políticas que estaban invitadas al de El País, aunque de nuevo sin Mariano Rajoy, al que sustituirá la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. ¿Quién ganará el debate?

Víctor Hernández-Santaolalla

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