viernes, 17 de junio de 2016

Re-naturalizando al ser humano. Sobre eco-criticismo y cine


 
El eco-criticismo es una corriente de los estudios literarios que surgió en la década de los 90 a través de la voluntad manifiesta de un grupo de investigadores interesados en explorar cómo la literatura representa la naturaleza y los problemas ambientales. En palabras de Buell, Heise y Thornber, “ecocriticism begins from the conviction that the arts of imagination and the study thereof—by virtue of their grasp of the power of word, story, and image to reinforce, enliven, and direct environmental concern—can contribute significantly to the understanding of environmental problems: the multiple forms of ecodegradation that afflict planet Earth today” (2011: 418). Aunque se han distinguido varias olas de estudios eco-críticos y existen debates en torno a cuestiones metodológicas, podemos caracterizar esta corriente por su objetivo activista puesto que parte de la premisa de que el estudio, el análisis y la crítica de la construcción de la naturaleza (ya sea cultural, visual, literaria o narrativa) puede conducir a la reflexión directa sobre nuestro impacto físico, real, en el mundo en el que vivimos.

El eco-criticismo se ha desarrollado a través de diferentes líneas de estudio, las cuales van desde la reflexión sobre los conceptos de “lugar”, “antropocentrismo” o “naturaleza” pasando por el modo en que las diferencias de género determinan la relación con el medioambiente (eco-feminismo), los problemas ambientales en un contexto postcolonial, la representación de los indígenas o nativos, así como la consideración de sujetos no-humanos, tales como los animales. En cierto sentido, el eco-criticismo se ubica dentro de las “environmental humanities” (una rama de las humanidades que enfatiza la vinculación del ser humano con el medioambiente y el resto de seres vivos) y el post-humanismo (una línea de pensamiento visible en diversas áreas académicas que busca desestabilizar la primacía del ser humano). El cine, debido a su gran importancia en la configuración de imaginarios globales, ha comenzado a ser abordado como objeto de estudio desde un prisma eco-crítico en las últimas décadas.

Paula Willoquet-Maricondi propuso dos conceptos para señalar el modo en que el cine representa la naturaleza y los problemas ambientales. Por un lado, habla de “película ambientalista” (environmentalist film) para referirse a obras cinematográficas con una agenda política o ambiental específica que tienden a ofrecer una perspectiva a favor del medioambiente y que “affirms, rather than challenges, the culture’s fundamental anthropocentric ethos” (2010: 47). El film El día de mañana (The Day After Tomorrow, Roland Emmerich, 2004) puede servir como ejemplo de este concepto. Esta película aborda el tema del cambio climático desde los esquemas habituales del cine comercial de Hollywood adscrito a los géneros de acción, suspense y desastre. Si bien es cierto que la película invita al espectador a reconsiderar el modo en que los humanos estamos gestionando los recursos del planeta y nos muestra, a modo de futuro distópico, las posibles consecuencias de nuestras acciones, el film se desarrolla a través de una narrativa que prioriza la figura del ser humano moderno (el protagonista heroico es un hombre blanco, heterosexual, estadounidense, científico, casado y padre de familia). Asimismo, la naturaleza es personalizada a través de las diversas secuencias en las que elementos ambientales como la lluvia, el granizo o el mar parecen perseguir y atacar violentamente a las personas como castigo por sus acciones, por lo que se termina reforzando la separación entre el ambiente natural y el ser humano propia del antropocentrismo imperante en nuestra cultura.



En segundo lugar, Willoquet-Maricondi propone el término de eco-cinema para referirse a un conjunto más amplio de films que pueden contribuir a desarrollar nuestra percepción de los problemas ecológicos y ambientales a través de distintos modos. Estas eco-películas comprenderían desde obras audiovisuales líricas y contemplativas que permiten a los espectadores ampliar su aprecio de la naturaleza a películas abiertamente activistas que servirían para “inspire our care, inform, educate, and motivate us to act on the knowledge they provide” (2010: 45) sin forzar sobre el espectador una agenda ambientalista pre-establecida. Un ejemplo de este tipo de eco-película puede ser Sweetgrass (Lucien Castaing-Taylor, 2009), un documental rodado por un profesor de antropología de Harvard sobre el pastoreo de ovejas en las montañas de Montana. A través de tomas largas en las que el espectador puede recorrer con detenimiento los parajes naturales por donde transitan animales y personas; una planificación que rechaza la perspectiva del ser humano para acercarse al modo en que perciben el mundo las ovejas; y un uso del sonido en el que la voz humana se confunde o se mezcla con el balido de los animales; esta obra nos hace conscientes del lazo común que existe entre el ser humano y el resto de seres vivos que habitan el planeta junto a nosotros además de mostrar la imponente belleza de la naturaleza.


Las propuestas de esta autora no son definitivas, puesto que muchos otros investigadores y académicos han reflexionado de modo distinto sobre qué es una eco-película, qué rasgos narrativos, formales o ideológicos hacen que una obra audiovisual tenga valor ecocrítico, cuál es el mejor modo para analizar la representación de la naturaleza y el medio ambiente en el discurso cinematográfico, o qué impacto pueden tener estas películas en la audiencia de tal modo que promuevan el activismo ecológico o contribuyan a problematizar el antropocentrismo. Sin duda, dada la importancia que están cobrando los problemas medioambientales, esta línea de investigación continuará desarrollándose en los próximos años. De este modo, el desarrollo del eco-criticismo cinematográfico nos permitirá abordar bajo un nuevo prisma la obra de directores que han demostrado una cierta sensibilidad hacia el medio ambiente, la naturaleza y la conexión del papel del ser humano con la misma, tal y como sería el caso de Terrence Malick o Hayao Miyazaki.




Francisco Javier López Rodríguez
http://lopez-rodriguez.blogspot.jp/


Referencias

- Buell, Lawrence, Ursula K. Heise, and Karen Thornber (2011): “Literature and Environment.” Annual Review of Environment and Resources 36, pp. 417-440.

- Willoquet-Maricondi, Paula (2010): Framing the World: Explorations in Ecocriticism and Film. Londres: University of Virginia Press.

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