martes, 26 de abril de 2016

House of Cards: la estrategia del miedo como recurso del poder


 




En la actualidad se puede encontrar una amplia gama de discursos de ficción de una realidad poco conocida para la gran mayoría como puede ser el escenario político, las cuales dejan traspasar las paredes de los principales edificios de las sociedades democráticas, dejando al descubierto las maneras de actuar de los principales actores políticos, encrudeciendo o endulzando las mismas. Se puede producir tal punto de identificación con los productos ficcionales políticos, que hasta los ciudadanos de un país como Dinamarca se vean reflejados en la serie Borgen (DR 2010-2013), la cual definen como una guía 100% verídica de cómo funciona su gobierno. Caso contrario es el acontecido en House of Cards (Netflix 2013- ), pues nadie quiere creer que una persona en el poder tenga ese bajo nivel de moralidad, esa ansia por el poder que le haga hacer lo inimaginable. Inserto en el contexto post 11-S, con las características propias de tales producciones, en el último capítulo de la cuarta temporada retoman un elemento usado con frecuencia desde entonces: el retorno a la cultura del miedo, con sustratos precedentes de la Guerra Fría, tomándose la vulnerabilidad de la población estadounidense como argumento para implementar medidas extremas, lo que el matrimonio Underwood sabe y utiliza en su favor (aviso de spoiler). 

Norton indica que “de los infinitos deseos del hombre, los principales son los deseos de poder y gloria” (en Galbraith, 2013: 11). Frank y Claire Underwood se acoplan perfectamente a esta cita, ya que la historia de la pareja en estas cuatro temporadas ha sido descrita en torno al poder, el cual se puede conseguir a través de varios instrumentos. Uno de ellos se trata del denominado por Galbraith el “poder condigno”: aquel que obtiene la sumisión a base de imposiciones y amenazas, y es uno de los más inestables, pues cuando la otra parte no tenga nada que perder, se rebelará. Siendo una de las herramientas más usadas por la pareja para subir a la cima, en el último capítulo de la cuarta temporada se ha producido esa rebelión: el lado oscuro de Frank ha salido a la luz, y Claire, caerá con él.

Ambos se visionan como una organización, la cual lleva en marcha casi treinta años y en la que son jefes a partes iguales, así pues, los objetivos y las recompensas deben ser para ambos también. En una tercera temporada en la que Frank no cumplió su contrato, el tándem se rompió, y una organización obtiene sumisión externa cuando tiene cohesión interna, lección aprendida en la cuarta temporada en la cual ambos concluyeron que obtienen más trabajando en equipo: Frank no disponía del apoyo del pueblo del que si disponía Claire, y ella necesitaba de su experiencia para lograr subir en la escala.

Tras lograr un relativo equilibrio de posiciones, el matrimonio se disponía a conseguir sus metas a través de las técnicas de engaño y manipulación de las que suelen hacer uso. Y todo les estaba saliendo como ellos querían: la nominación de Claire para la vicepresidencia apuntaba maneras y él era el único candidato demócrata para la presidencia. Pero como se dijo al principio, su poder es fuerte a la misma vez que inestable, basta para que alguien sin paciencia tire de la manta, y en este caso, Frank se ha ganado en esta carrera bastantes enemigos y tiene muchos trapos sucios que esconder. La presión y la manipulación no le han valido esta vez para acallar el asunto y ha salido a la luz a tres semanas de las elecciones, con un candidato republicano con mucha fuerza que tiene la certeza de entrar en la Casa Blanca en poco tiempo. Pero el matrimonio Underwood no se amedrenta ante nada, y ahora tienen una fuente de poder muy potente: la Casa Blanca. La institución con más poder del mundo, con una gran fuerza militar y que además posee una de las armas más poderosas: el control del discurso. Tal y como dice Van Dijk (1994), el poder y la desigualdad se evidencian a través del discurso. La gente que tiene el poder son personas que tienen acceso a las estructuras discursivas y de comunicación aceptadas y legitimadas por la sociedad. Así, el discurso se convierte en un recurso primordial para los grupos dominantes, ejerciendo control sobre los actos y sobre las estructuras mentales de las personas. Un arma que ambos no van a dejar pasar, pues su castillo de naipes no se puede derrumbar.

En esta apuesta, una jugada fría lo es todo, pues como Robert Greene establece, una de las leyes más importantes del poder es la capacidad de controlar las propias emociones: “una respuesta emocional a una situación es el obstáculo más grande al poder, un error que puede suponer un coste mucho más alto que cualquier satisfacción temporal que pueda producir expresar los sentimientos” (2009: 22). Las emociones hacen que las situaciones sean menos controlables y nublan la razón, por ello, pensar de manera objetiva sobre el pasado y el futuro es una cualidad que se requiere para el detentador de poder; en este caso Claire mantiene muy bien la calma, y en ella se sitúa el último eje estratégico: si no puedes ganarte su corazón, atácalo. Ante el miedo y ante el pánico, la gente no actúa, entra en estado de shock durante el que solo acata órdenes, un estado perenne de manejabilidad durante el cual pueden ser insertadas medidas extremas. Qué más da un presidente corrupto si les genera una sensación de seguridad.


Provocar un caos mayor les va a proporcionar ventaja, y ellos lo saben. El miedo es un arma muy potente: instala miedo en los corazones de la población y solo querrán un poco de calma y estabilidad. Ya tienen a una nación preparada para la guerra, y toda su munición cargada para la suya propia, por lo que habrá que esperar a la quinta temporada para ver con cuantas bajas de salda esta batalla por el poder.

Y qué decir del último plano que se regala al espectador, Claire dirige por primera vez una mirada al público: ella deja claro que también va a sembrar el terror. 





Mayte Donstrup

Referencias:

ALTARES, Guillermo. Borgen reivindica la política. El País. 2014, 5 de diciembre. Disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/05/television/1417793421_494003.html. [Fecha de consulta: 7 de abril de 2016]

FERNÁNDEZ MORALES, Marta. ¿Diez años no es nada? Consecuencias culturales del 11-S. En: Marta Fernández Morales, La década del miedo. Dramaturgias audiovisuales post-11 de Septiembre. Switzerland: Peter Lang, 2013, pp. 13-50.

GALBRAITH, John Kenneth. La anatomía del poder. Barcelona. Ariel. 2013.

GONZÁLEZ GARCÍA, Jose María. Metáforas del poder. Madrid. Alianza. 1998.

GREENE, Robert. Las 48 leyes del poder. Madrid. Espasa. 2009.

VAN DIJK, Teun A. Discurso, poder y cognición social. Conferencias de Teun A. van Dijk. 1994. [http://www.discursos.org/oldarticles/Discurso,%20poder%20y%20cognici%F3n%20social.pdf]

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